Miedo, información y discriminación

(Twitter/Antonio Liu Yang)

Las situaciones extremas sacan lo mejor y lo peor de las personas, pero no porque las personas sean buenas y malas -ojalá fuera así de fácil-, si no por el manejo que hacen de sus emociones, su necesidad de control y por la información que consumen.

En las últimas semanas, en España hemos sido testigos de las muestras de agradecimiento al personal sanitario, a los cuerpos de seguridad, las cajeras de supermercado, los repartidores, los chóferes de autobús, y todo aquel que tiene un trabajo que nos ha garantizado que el mundo funcione mientras #yomequedoencasa. Y también hemos visto con cierto asombro, conductas evidentes de discriminación a estos mismos trabajadores y hemos sido testigos de cómo se va instalando una franca xenofobia hacia los chinos.

Desde la #psicologia, ambos fenómenos tienen la misma base: la discriminación. Pero, ¿por qué discriminamos? Según Rise y Jakobsen (1995) cuando percibimos que una situación no está bajo nuestro control, aumenta la probabilidad de que aparezcan actitudes discriminatorias hacia los afectados, como un mecanismo para restaurar la sensación de control sobre la situación, lo que le permite sentir que pueden proteger su propia integridad y la de los suyos mediante el establecimiento de medidas restrictivas y de barreras. Si, por el contrario, la persona percibe que tiene control sobre la amenaza, hay menor temor y por tanto menor probabilidad de que aparezcan las conductas de discriminación.

Si esa explicación, la aplicamos al caso de la #pandemia de la #COVID-19 diríamos que hay un grupo de personas que siente temor hacia la enfermedad y que se siente impotente ante esta situación y/o percibe que carece de las habilidades para controlarla. Para este grupo la implementación de barreras como los estigmas, los estereotipos (los chinos son sucios, los sanitarios pueden contagiarnos), y las actitudes xenofóbicas, les genera la ilusión de control sobre la amenaza, disminuyendo la respuesta de miedo. No se trata de una cuestión individual (el chino de la tienda de la esquina), sino de la falta de atención sobre los determinantes sociales de la salud (normativa de salubridad y su vigilancia), que es responsabilidad de los gobiernos.

Las creencias que alimentan las actitudes xenofóbicas, son realmente falsas amenazas que van a ser alimentadas por la tendencia a consumir información que confirme que está en lo cierto, perpetuando la actitud xenofóbica que sustentan conductas de segregación (pedirle a la enfermera que vive en nuestro edificio que se vaya vivir a otro lado).

Es probable que para evitar las conductas de discriminación no baste con proporcionar buena información, sino que también sea necesario atender las emociones y preocupaciones de las personas que discriminan. Acá todos salimos perdiendo, de una u otra manera todos sufren.

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